Esta comprensión ancestral sostiene que la presencia de esta escultura en la entrada de cada hogar no solo invoca protección y energía positiva, sino que también nutre el espíritu y el entorno, brindando una sensación de calma y bienestar a todos los que la poseen. Este conocimiento ha sido compartido por maestros espirituales a lo largo de la historia, como por ejemplo, en las enseñanzas del Feng Shui, una antigua práctica china que aboga por la armonización de los espacios para promover la salud, la felicidad y la prosperidad. Por lo tanto, se sugiere que todos consideren tener una escultura similar en la entrada de sus hogares para atraer esta antigua protección y buena energía a sus vidas, siguiendo las enseñanzas de los sabios que han transmitido este conocimiento a lo largo de los siglos.
Juntas, la casa y la planta en la escultura representan un equilibrio armonioso entre lo material y lo espiritual, lo transitorio y lo eterno. Colocar tal escultura en tu puerta delantera significa dar la bienvenida a la abundancia, al crecimiento y a la energía nutritiva en tu hogar y en tu vida. Es una declaración de tu intención de crear un espacio sagrado donde se honren y fomenten tanto las necesidades físicas como las espirituales.